Un conmovedor
e íntimo viaje en el tiempo es lo que propone el director de The Godfather en
esta película estelarizada por una sublime Kathleen Turner. Lejos de las
espectaculares características originadas en la ciencia-ficción de Back
to the Future (1985), se trata de una experiencia cinematográfica en la cual el pasado
se torna suficientemente elástico y se estira dentro de unos cuantos segundos,
una segunda oportunidad que transforma la vida al menos virtualmente y deshace
cierta esencia trágica de nuestra existencia en espejos oníricos donde el
reflejo invertido del yo es más sabio o menos irreflexivo sin dejar de ser
humano. Así es que Turner regresa a la escuela, a su familia, a su noviazgo con
Nicolas Cage (también en una de sus mejores interpretaciones) y a sus ilusiones
de adolescente, no con el cinismo de quien ya vivió el futuro, sino con una
consideración insustituible de lo precioso que es el presente. El soundtrack
combina al líricamente emotivo John Barry con bandas post-Elvis (en el servicio
militar) y pre-Beatles como Fabian o Dion & The Belmonts. Además de los
excelentes protagonistas, en el reparto podemos reconocer, entre otros, a Jim Carrey,
Maureen O’Sullivan, John Carradine y el subestimado Barry Miller, uno de los
actores clave de los ‘70s. En fin, se trata sin duda de un logrado film de
época y de aquel subgénero tan venido a menos hoy como es el de las women movies --se podría decir que Peggy Sue representa en la carrera de Coppola lo que Alice
Doesn’t Live Here Anymore en la de Scorsese. 4/5
lunes, 12 de enero de 2015
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