viernes, 28 de noviembre de 2014

Cantinflas (2014)


A Roberto Gómez Bolaños

En esta nota enfrentamos un fracaso a la vez lamentable y valioso, porque la biografía de una de las figuras culturales más significativas de México e Hispanoamérica ha inspirado una mediocridad innegablemente emotiva, un filme muy irregular y demasiado fallido que, sin embargo, aquí y allá y de pronto, parece contener algo asombrosamente recóndito extraído del alma de su protagonista. Igual que el intérprete de Gainsbourg (Vie héroïque) --otra equivalente oportunidad perdida que, valgan verdades, era mucho menos representativa de la vivencia humana de su héroe que la suficientemente realista cinta que estamos comentando--, Óscar Jaenada, el galardonado actor español que tantos repudiaron a priori como el elegido para encarnar a Mario Moreno, es la clave de la inesperada verdad que encontramos en este rumbo epidérmico aunque bienintencionado, irresistible en su errática nostalgia. Es la suya una meritoria labor, y la razón principal por la cual Cantinflas funciona en medio de sus tropiezos, desaciertos y mezquindades --pero no la única razón. Pese a todo --Around the World in Eighty Days (1956) no es en realidad la cima de su carrera, la realización de Sebastián del Amo abusa de planos de relleno como los que muestran una y otra y otra vez las reacciones del público, el melodrama obviamente telenovelesco y la caricatura tan mala que resulta olvidable cunden por cada metro de película--, Cantinflas es el merecido objeto de un oportuno aplauso y recuerdo (a más de 100 años de su nacimiento), abundante en ecos del Art Deco, de las biopics tipo Citizen Kane, de los cameos inventados por Mike Todd en toda una procesión del glamour del cine clásico mexicano --pero hay que ver a esa irreconocible María Félix, por no mencionar a nadie más! Un homenaje, insistimos, que finalmente conmueve y promueve la revisión de una obra genial como pocas. 3/5

 

viernes, 21 de noviembre de 2014

Maps to the Stars (2014)


En su primer film rodado en los Estados Unidos, David Cronenberg lleva a cabo una radiografía moral de Tinseltown en la misma vena sin concesiones de un género que puede jactarse de algunas de las más honestas producciones del cine, desde Sunset Boulevard hasta Mulholland Drive. El elenco de Maps to the Stars es, adecuadamente, casi una constelación de la escena contemporánea: Robert Pattinson (el protagonista de Cosmopolis) es un chofer de limusinas que transporta a (la excelente) Mia Wasikowska, una desfigurada muchacha que llega a ver las estrellas, pero también a sus padres, John Cusack (un terapeuta de los ricos y famosos, además de, acaso, uno de los peores progenitores concebidos para el ecran) y Olivia Wilde, y a su hermano menor, Evan Bird, insoportable producto de la fama a la Disney Channel; la madura Julianne Moore, entretanto, es una actriz tipo Sinatra iniciando los 50 cuyo clamor por un From Here to Eternity propio la enfrenta, inevitablemente, con el fantasma de una madre abusiva e incestuosa y mucho más célebre que su atormentada hija. De hecho, este mapa a las estrellas del vano olimpo hollywoodiense es una cartografía más viva que el ambiente deshumanizado, arquitectónicamente perfecto, en el cual se basa, un cementerio donde los recuerdos más profundamente traumáticos y la crueldad más demencial e íntima hacen su tonante lugar callado, susurrante, su miserable reino en llamas. 4/5

sábado, 8 de noviembre de 2014

Annabelle (2014)


Ya que James Wan (autor de la prototípica Dead Silence) es algo así como el Christopher Nolan del género de horror contemporáneo, no puede extrañarnos que haya querido ofrecernos una génesis, un origen, un Conjuring Begins. Por otro lado, más despistados que de costumbre, muchos críticos profesionales han errado la marca: la exitosa película de la muñequita diabólica no es “menos buena”, sino diferente. La titilantemente atmosférica Annabelle es un digno (si un tanto modesto) ejemplo del style-over-substance consagrado por maestros como Mario Bava o el Roger Corman del ciclo Poe (in a kingdom by the sea), y su abanico de referentes --desde Rosemary’s Baby (su contextualización junto con los crímenes de Charles Manson incluida) hasta The Omen, para mencionar solamente el filón del Anticristo-- no la convierte en un pastiche frustrado, más bien en otra muestra --como, en otro género, aquel recordado, kubrickiano Birth, de Jonathan Glazer-- de las aún ricas posibilidades imaginativas del celuloide. 3/5

lunes, 13 de octubre de 2014

All This, and Heaven Too (1940)


Este muy notable melodrama romántico originalmente escrito por Rachel Field y dirigido por Anatole Litvak para Warner --una de las compensaciones a Bette Davis por su fallido intento de protagonizar Gone with the Wind (1939)-- es una suerte de versión francesa de Jane Eyre (que, claro está, también inspiró Rebecca, del mismo año) basada en hechos reales: una mujer joven (Davis, en desacostumbrado rol de inusual fuerza moral e interior) arriba al hogar, destruido por los celos y el mal amor (incorporados ambos por una excesiva Barbara O’Neil, irreconocible madre de Scarlett O’Hara), de un duque (el atormentado Charles Boyer) y sus cuatro pequeños hijos, para trabajar como institutriz, en la era post-napoleónica de Victor Hugo. Por supuesto, la loca del desván es aquí un fantasma diabólicamente vivo y libre, cuyas intrigas no sólo provocarán el silencio de un idilio prohibido --comparable en aquella cualidad al de la aún más extrema (empero no interclasista) The Remains of the Day (1993)--, sino también la consumación del destino aciago de una familia, mientras se derrumba otro régimen monárquico, y del de una inocencia marcada por un cierto signo de Caín… aunque todavía podría vislumbrarse una esperanza hacia el final del camino. Excelentes actuaciones de Davis y Boyer como la pareja de amantes frustrados, en una realización de visos adecuadamente góticos que sabe aprovechar particularmente el encanto de su reparto infantil (June Lockhart, Virginia Weidler, Ann E. Todd y el angélico Richard Nichols) --de otra parte, las inicialmente maliciosas niñas de la escuela, que dirigen su crueldad a la indefensa nueva maestra, son lideradas por Ann Gillis. La figura del generoso e irónicamente cuasi-donjuanesco pastor es compuesta por un típicamente comedido Jeffrey Lynn. Emociones aseguradas en una producción de probablemente vasta influencia. 5/5

lunes, 11 de agosto de 2014

Creator (1985)


Escrita por Jeremy Leven, la historia que este film narra posee el mismo tono mágico de la más conocida Don Juan DeMarco (1995); la dirección --de Ivan Passer-- y el reparto, así como la concisa pero adecuadamente íntima partitura musical, confirman su carácter decididamente entrañable. Aquí tenemos también dos generaciones que se cruzan vivencialmente, inspirándose más mutuamente que en el caso de Brando y Depp citado: un venerable y excéntrico científico (interpretado por otro de los grandes, el encantador Peter O’Toole), sumergido en la utópica empresa de reproducir artificialmente a su esposa fallecida hace un cuarto de siglo, entabla una relación amical con su joven asistente (Vincent Spano, el co-protagonista de Baby, It’s You), con quien compartirá una lección excepcional acerca del amor y de la vida. La nueva Dulcinea de O’Toole (quien fue Don Quijote en Man of La Mancha y, no sin razón, aquí llama Sancho a Spano) es Mariel Hemingway, asimismo en actitud autorreferencial, casi parodiando sus exitosos roles en Personal Best y Manhattan --lo único reprochable podría ser la falta de cierta química entre ambos actores; mientras que la otra damisela en cuestión es Virginia Madsen, una de las musas eróticas de aquella década. Se trata, en suma, de una amable joyita, de visionado obligatorio para los fans del prolífico Lawrence de David Lean. ***/*****


viernes, 13 de junio de 2014

La notte che Evelyn uscì dalla tomba (1971)


Previamente a su "clásica" La dama rossa uccide sette volte (1972), Emilio Miraglia había dejado ya alguna constancia de su estilo adecuado y aun sugerente en el marco del giallo italiano --que transitaba por uno de sus mejores momentos, gracias a Dario Argento y su L'uccello dalle piume di cristallo (1970)-- en este relato desigual pero, finalmente y con todo, satisfactorio. Un rico aristócrata, incapaz de superar la infidelidad de su difunta esposa, se las da de Sade y seduce prostitutas para, en la intimidad de su castillo, ultimarlas entre reliquias renacentistas y muebles de diseño; creemos inútil asegurar que Patrick Bateman debió de apreciar tal argumento cuando la película de Miraglia fue comercializada en VHS como The Night Evelyn Came Out of the Grave. Por lo demás, se trata de una producción bastante cuidada dentro de su acendrado convencionalismo: espiritismo, locura y un ambiente perversamente malsano son elementos capturados en una atmosférica y calculada narrativa que, pese a las ocasionales malas actuaciones y sus torpes concesiones a la platea, inclusive le saca partido a la belleza física de sus personajes femeninos (la curvilínea Marina Malfatti en el aparente rol de Gladys, por ejemplo) y a la cáustica ironía subyacente tras una trama tan añeja como la de la legendaria London After Midnight (1927). Inevitable es notar el descaro Morricone-esco, esperadamente eficaz, de la música incidental a cargo de Bruno Nicolai, colaborador del Maestro en el citado thriller de Argento, Teorema (1968), la grandísima Il buono, il brutto, il cattivo (1966), entre otros importantes títulos. ***/*****

       

lunes, 31 de marzo de 2014

Captain Phillips (2013)


Es ésta una de esas obras maestras insólitas, inesperadas en un género tan digno como es el de acción, típicamente aún poco adepto a los dramas existenciales teñidos de humanismo trascendente. Paul Greengrass y Billy Ray, director y guionista, respectivamente, logran arribar al puerto de la parábola sin descuidar el suspense ni el carácter documental que nutren al film con su mezcla propia de anécdota histórica y ambigüedad moral; para ello, los cineastas preparan al espectador con prolegómenos que apuntan hacia esa certeza de la incertidumbre subrayada por el estilo improvisatorio de un rodaje minuciosamente planeado. En la que es sin lugar a dudas una de sus más admirables proezas interpretativas, Tom Hanks es el Capitán Phillips, un marino capaz de observar la mano sigilosa e indócil del destino, cuando su navío se convierte en el primer barco mercante americano en caer en las redes de la piratería, cerca de la costa de Somalia en el Océano Índico. El líder de los desesperados bandidos es Abduwali Muse, un pescador malviviente para quien la consecución de su crimen parece ser la última oportunidad de transformar su existencia en algo que merezca ser contado; Barkhad Abdi, ganador del BAFTA por su rol, inviste a Muse con la suerte de empatía antiheroica que ha caracterizado a los villanos mejores del cine, la fatalidad de su empresa tan deudora de la de Al Pacino en Dog Day Afternoon (1975) como Abdi lo es de aquel mismo modo de llenar la pantalla con irónico naturalismo --máxime cuando se trata de un personaje con los contornos precisamente delineados para lucir como el reflejo inverso pero idéntico de Phillips, un Hanks de catadura pasmosamente vulnerable cuya metafísica de la emoción embarga al espectador hasta abrumarlo por sobre cualquier posibilidad de que su secuestrador adquiera un protagonismo incorrecto --más allá de la frase más poderosa de la película. *****/*****

     

domingo, 9 de febrero de 2014

Now You See Me (2013)


En este espectacular thriller de Louis Leterrier, un grupo de ilusionistas llamados The Four Horsemen llevan a cabo asombrosos shows de la mayor escala en Las Vegas y otras ciudades notorias y notables, a cual más desconcertante e ilegal. Como una sombra quizá aun más inexplicable, The Eye, una sociedad iniciática de orígenes legendarios, pondrá a prueba la disposición lógica del FBI, ya tras las aparentemente delictivas proezas del cuarteto. Por supuesto, no se trata de The X Files, porque Now You See Me se esfuerza mucho más en lo impresionante de los efectos de la prestidigitación (comprendiendo, por cierto, también la de la cámara y el soporte fílmico) que en desentrañar honestamente esa dimensión que define a la magia como algo sobrenatural sin serlo; el corte parcialmente racionalista de la película, en este sentido, limita su acabado mismo, aunque técnicamente se puede afirmar que es un producto no sólo aventajado sino primoroso. A esto contribuyen las actuaciones de un reparto de primera y la grandilocuencia emocional del soundtrack; de hecho, Leterrier logra aquí la épica de superhéroes que su desdramatizada versión de The Incredible Hulk (2008) no fue, creando un The Avengers (2012) sui géneris y propio de un subgénero tan afín al cine y su naturaleza de artificio, como lo habían demostrado poco antes el influyente Christopher Nolan y The Prestige (2006) o, si nos distendemos para incluir además sus filosóficas relaciones con el crimen menos metafísico, Bryan Singer y The Usual Suspects (1995) --y, en el apartado histriónico de los tahúres de antaño, un título como A Big Hand for the Little Lady (1966). A destacar a Mélanie Laurent, la vengativa Shoshanna Dreyfus de Inglourious Basterds (2009), e Isla Fisher, esa inevitablemente agradable combinación de Amy Adams y Nikki Reed que conocimos en Wedding Crashers (2005), como las damas en los bandos contrarios de esta divertida fantasía escénica, literalmente escapista. ****/*****

miércoles, 1 de enero de 2014

Margaret (2011)

J. Smith-Cameron y Anna Paquin

Rodada en 2005 y estrenada seis años después a causa de conflictos creativos en su posproducción, la obra que estamos comentando fue escrita y dirigida por Kenneth Lonergan con suma habilidad para equilibrar los retos cinemáticos y humanísticos de su empresa. En la ciudad de New York un absurdo accidente de tráfico transformará por entero la vida de una muy inteligente y atractiva (pero vana y cruelmente egocéntrica) adolescente. Ésta, interpretada en toda su compleja urdimbre por una inmensa Anna Paquin, es la heroína de una historia que no se preocupa en ningún momento por perder a su audiencia debido a la mezquindad inevitable que el personaje exhibe de muchos modos pese a tener que resistir el foco de la atención de un espectador que poco a poco aprende a rechazar sus defectos como a, con paciencia, advertir el arco invisible que parece prometer una eventual redención que tal vez nunca se asome al ecran. La cruzada que Paquin emprenderá contra el chófer de ómnibus (un esporádico Mark Ruffalo, otrora genial protagonista en You Can Count On Me, también de Lonergan) tratará de servir a una autorredención diferente, honda aunque narcisista, llena de un vacío existencial tan desesperado como el que embarga a su madre actriz (un rol adecuadamente en manos de la igualmente admirable J. Smith-Cameron), la víctima principal de esta verdadera jornada desde el desamor y la indiferencia hacia la luz de la comunicación y el entendimiento --si el lector de esta nota mantiene cruzados los dedos. Película recomendable, pues, que brilla tanto en su escritura como en su dramatización fotográfica, consiguiendo un retrato singularmente realista, sin ser pedestre, de la vida. También notables en el nutrido y sólido reparto son Jeannie Berlin y un Matthew Broderick ya para siempre Mr. McAllister.