sábado, 20 de junio de 2015

Que Dios me perdone (1948)


La cinta dirigida por Tito Davison, más que al melodrama mexicano como es conocido y reconocido en el bolero de Manuel Esperón del mismo nombre (cantado por el personaje que interpreta, no exactamente por nuestra diva), le debe su empaque a las intrigas de espionaje como Notorious (1946) y al film noir en general. Esta vez en cierto modo una aparente femme fatale --o al menos una forzada a asumir su rol por el adverso destino, más objetivamente que en otras ocasiones--, María Félix es la misteriosa Lena Kovacs, inmigrante que en el México de la inmediata posguerra seduce (con la facilidad de la primera vista, por supuesto) a un maduro industrial (Fernando Soler), viudo y con una joven hija. El secreto que impulsa a la protagonista se verá en peligro a la presencia del inmoral Ernesto (adecuadísimo Tito Junco), socio de la víctima. Por fortuna (¿?), Lena también inspira otra clase de afecto en Mario (Julián Soler), profesional de la psicopatología y decente persona.


Producción al servicio de una particularmente deslumbrante Doña --obsérvese el (innecesariamente) esforzado diseño de vestuario, así como la atenta fotografía de Alex Phillips--, sobre un guión de José Revueltas y Xavier Villaurrutia que, pese a un tono de solemnidad que llega a limar su mensaje, logra comunicar la compleja, imposible de desenredar, urdimbre de las pasiones humanas y los actos, mezquinos o generosos, consecuencia de ellas, dentro de un contexto histórico cuya tenue precisión acaso contribuye a su intemporalidad. 3/5

miércoles, 10 de junio de 2015

The Intruder (1962)


Acabo de ver esta celebrada película de Roger Corman (la favorita del propio director entre su amplia filmografía), y, vaya, ¡qué poderosa obra sigue siendo! Un elegante hombre joven, de encanto inquietante (William Shatner), arriba a un poblado del profundo sur estadounidense con la misión de resucitar al Ku Klux Klan. La excusa: se ha promulgado una ley que permite la inclusión de afroamericanos en las escuelas segregadas (los diez estudiantes del drama reflejan a los Nueve de Little Rock, y la Crisis consecuente, de 1957), y los ánimos rabiosos de la mayoría racista se encuentran en el grado ideal para azuzar su estupidez. Con lo que no cuenta Adam Cramer es que los eventos pronto alcanzarán niveles de violencia que superan hasta sus propias expectativas… Thriller socio-político filmado con un estilo documentalista y sutil, The Intruder muestra a Corman en plena forma, apartando de la mente del espectador su figura de cineasta masivo de la exploitation lúbrica y de las B movies sin mayor compromiso que el puro entretenimiento.



Todo en este film es no sólo de primer orden (no estamos hablando de presupuesto, y el de The Intruder salió de los bolsillos de Corman y su hermano Gene), sino que su militancia liberal pasa por un tamiz artístico impregnando cada plano realista de verdadero sentir “ficcional”. La música de Herman Stein, la fotografía de Taylor Byars, la edición de Ronald Sinclair, además de la convincente interpretación de Shatner en un personaje que a veces parece más bien escrito por Faulkner --la historia fue concebida por Charles Beaumont--, cada elemento se ha madurado y dispuesto de tal manera que su impacto conjunto logra ser tan eficaz como el de otras cintas testimoniales de las mismas tendencias (To Kill a Mockingbird siendo la más famosa entre ellas), y en ocasiones resulta aun más perturbador. 5/5