Acabo de ver esta celebrada película de Roger Corman (la favorita del propio director entre su amplia filmografía), y,
vaya, ¡qué poderosa obra sigue siendo! Un elegante hombre joven, de encanto inquietante
(William Shatner), arriba a un poblado del profundo sur estadounidense con la
misión de resucitar al Ku Klux Klan. La excusa: se ha promulgado una ley que
permite la inclusión de afroamericanos en las escuelas segregadas (los diez estudiantes del drama reflejan a los Nueve de Little Rock, y la Crisis consecuente, de 1957), y los ánimos
rabiosos de la mayoría racista se encuentran en el grado ideal para azuzar su
estupidez. Con lo que no cuenta Adam Cramer es que los eventos pronto
alcanzarán niveles de violencia que superan hasta sus propias expectativas…
Thriller socio-político filmado con un estilo documentalista y sutil, The
Intruder muestra a Corman en plena forma, apartando de la mente del espectador
su figura de cineasta masivo de la exploitation lúbrica y de las B movies sin
mayor compromiso que el puro entretenimiento.
Todo en este film es no sólo de
primer orden (no estamos hablando de presupuesto, y el de The Intruder salió de los bolsillos de Corman y su hermano Gene), sino que su militancia liberal pasa por un tamiz artístico
impregnando cada plano realista de verdadero sentir “ficcional”. La música de
Herman Stein, la fotografía de Taylor Byars, la edición de Ronald Sinclair, además
de la convincente interpretación de Shatner en un personaje que a veces parece
más bien escrito por Faulkner --la historia fue concebida por Charles Beaumont--,
cada elemento se ha madurado y dispuesto de tal manera que su impacto conjunto logra
ser tan eficaz como el de otras cintas testimoniales de las mismas tendencias (To Kill a
Mockingbird siendo la más famosa entre ellas), y en ocasiones resulta aun más
perturbador. 5/5
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