En su primer film rodado en los Estados Unidos, David
Cronenberg lleva a cabo una radiografía moral de Tinseltown en la misma vena
sin concesiones de un género que puede jactarse de algunas de las más honestas
producciones del cine, desde Sunset Boulevard hasta Mulholland Drive. El elenco
de Maps to the Stars es, adecuadamente, casi una constelación de la escena contemporánea:
Robert Pattinson (el protagonista de Cosmopolis) es un chofer de limusinas que transporta a (la excelente) Mia Wasikowska, una desfigurada
muchacha que llega a ver las estrellas, pero también a sus padres, John Cusack
(un terapeuta de los ricos y famosos, además de, acaso, uno de los peores
progenitores concebidos para el ecran) y Olivia Wilde, y a su hermano menor, Evan Bird,
insoportable producto de la fama a la Disney Channel; la madura Julianne Moore,
entretanto, es una actriz tipo Sinatra iniciando los 50 cuyo clamor por un
From Here to Eternity propio la enfrenta, inevitablemente, con el fantasma de una madre
abusiva e incestuosa y mucho más célebre que su atormentada hija. De hecho,
este mapa a las estrellas del vano olimpo hollywoodiense es una cartografía más
viva que el ambiente deshumanizado, arquitectónicamente perfecto, en el cual se
basa, un cementerio donde los recuerdos más profundamente traumáticos y la crueldad más demencial e
íntima hacen su tonante lugar callado, susurrante, su miserable
reino en llamas. 4/5
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