Basada en la pieza
dramática de Christopher Hampton sobre la tormentosa relación entre Rimbaud y
Verlaine, esta interesante película dirigida por Agnieszka Holland fue estrenada
por estos lares con el título de Vidas al límite, para evitar cualquier
confusión con otra valiosa pero totalmente diferente cinta, el thriller Dolores
Claiborne, dirigido por Taylor Hackford, basado en una novela de Stephen King y
bautizado en castellano como Eclipse total --además de estrenado originalmente el mismo año. Volviendo al asunto que nos ocupa,
la co-producción franco-británica-belga conducida con característica habilidad
por la realizadora polaca de To Kill a Priest y Copying Beethoven ofreció una incontestable muestra de su capacidad para ilustrar
escenarios histórico-sociales matizados por una progresiva vena humanista: en
este caso, la acertada ambientación de la vida de dos de los padres de la
poesía moderna, teatralizada por el notable guionista de Dangerous Liaisons (1988),
encuentra sin duda su duradero epicentro en las interpretaciones inolvidables
de David Thewlis (recientemente visto en The Theory of Everything) en el rol de Paul Verlaine y, especialmente, Leonardo DiCaprio
en el del genial Arthur Rimbaud; que si Thewlis además se asemeja físicamente a
su modelo, el entonces adolescente DiCaprio sigue siendo, mirado
retrospectivamente, el actor ideal para encarnar a un enfant terrible donde los
haya habido, todo un monstruo de la literatura. Si el retrato de Verlaine
resulta repugnante pero finalmente patético en su violencia marital y
masoquismo existencial --comprensible particularmente su enamoramiento y
dependencia del poeta vidente--, la leyenda de Rimbaud halla en este filme, que
hurga en los orígenes humanos de la lírica imperecedera, más razones de perplejidad
y anonadamiento --algo que no es necesariamente un defecto, pues tal vez los
genios no deberían ser jamás comprendidos. 4/5
La directora Agnieszka Holland y sus actores protagonistas