Esta película del pasado año se adivina como uno de esos
clásicos de un futuro no muy lejano, rescatados a la vanidad del
tiempo. Lírica y de belleza diamantina, este relato de un grupo de habitantes
de la zona más pobre del sur americano que ahora tienen que enfrentar un
desastre natural catastrófico, es atravesado por la perspectiva conmovedora, fantástica de
una pequeña niña felizmente llamada Hushpuppy, huérfana de madre y endurecida por y frente a la vida (cuya inclemencia
no ha logrado matar, sin embargo, la honda capacidad afectiva y la poderosísima imaginación infantil, sino todo lo contrario). La especialmente brillante interpretación de
una tierna Quvenzhané Wallis y las excelencias del admirable guión son sólo dos de los factores
que convierten a Beasts of the Southern Wild en la sencilla, pura y prodigiosamente
abigarrada obra que es, una real odisea de amor paterno-filial con los roles
final e inexorablemente invertidos, una historia de
supervivencia con alcances manifiestamente cósmicos, un atónito e inefable canto a la
gloria de Dios en la tierra.
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