viernes, 26 de julio de 2013

Les pel·lícules del meu pare (2007)


Protagonizado por la sensual Karme Málaga, este sorprendente ejercicio metalingüístico resulta muy interesante, sobre todo cuando se halla en el centro de una virtual autobiografía ficticia post-mortem, a través de la cual Augusto M. Torres reconstruye una estética propia a la vez que se reafirma en su libertario aliento. Filmada entre el documental y el melodrama erótico, la película es un laxo juego de simetría dialéctica, cuyo exquisito diseño (no exento de puntuales errores o desencuentros que no podemos dejar de lamentar) sirve además para un comentario sobre la necesaria conservación de la herencia cinematográfica de la península --por si fuera poco. Se trata, en suma, de un título cuya inquietante poética, unas veces a lo Lewis Carroll y otras a lo Nabokov, se desliza demasiado infrecuentemente entre la inteligencia empañada de unos fotogramas que no terminan de encontrar su verdadero destino, pero que en su mejor momento --la técnica especular, los diversos materiales de archivo, la abstracción misteriosa y eterna-- bastan para reconfigurar la filosofía del productor de la legendaria Arrebato (1980) y su imaginería de sensacionalismo latente pero legítima (y ocasionalmente fascinante) sensibilidad plástica.

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