El largo cinematográfico en el cual cuatro “renombrados”
realizadores rendían homenaje a una serie que revolucionó la ficción televisiva
hacia fines de los cincuentas, irónicamente debe de ver mitigada la impresión de
blandura o de material demasiado suave, demasiado pobre para su expansión en
las pantallas grandes de los primeros ochentas, dentro del contexto mucho más
adecuado de sus transmisiones de televisión y de su edición en video digital
siempre para consumo casero --esto es, desde hace veinte años más o menos. El
mejor o menos torpe episodio de este producto casi indigno de sus autores
(indigno de Spielberg, anyway) continúa siendo el dirigido por George Miller
con el protagonismo de John Lithgow; su trama hace, por supuesto, que tal
sempiterno y unánime veredicto sea inmediatamente comprensible: un escritor de
libros científicos, no muy simpatizante de los viajes en avión, cree ver a una
especie de monstruo o demonio en el acto mismo de atacar uno de los motores
durante el vuelo nocturno que, así, se convierte en su pesadilla mortal. El
resto del metraje justifica absolutamente menos, si cabe, la violenta y trágica
desaparición de Vic Morrow y dos niños en el set de la historia inicial,
dirigida por John Landis: una mediocre puesta en escena (alrededor de un
racista contumaz bien representado por el Artie West de
Blackboard Jungle) que anticipa el decepcionante episodio siguiente, donde el
artífice de Jaws y E.T. resultaría irreconocible de no ser por el asunto
infantil en cuestión. Para cuando llegamos a la algo inquietante, aunque para
nada lo bastante inquietante, obrita de Joe Dante, es ya muy tarde para rescatar sino
únicamente la decente tormenta aérea del final.
domingo, 10 de febrero de 2013
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