Ben Affleck (Tony Mendez) y el estupendo Bryan Cranston
Dignísima (y flamante) ganadora del Premio de la Academia a la Mejor
Película, esta producción de George Clooney es dirigida por Ben Affleck con
talento incuestionable (no obstante, sin oportuno reconocimiento): inspirada en
una historia real --el rescate imposible de seis diplomáticos americanos en el
Irán de 1980 (la misma postal de pesadilla que Alan Parker inmortalizó en
Midnight Express) a través de la farsa de un proyecto fílmico-- que parece
inventada para el Hollywood más progresista, se trata de una experiencia
audiovisual que llena el intelecto sin entorpecer su enérgico ritmo narrativo y
sorprende igualmente las emociones primitivas como las elevadas,
una cinta que examina los distintos puntos de vista morales con logrado
equilibrio y remata el despliegue de un suspense maravillosamente insoportable
con la conmoción psicológica necesaria e imprevista, evidencia de su rendido
espectador. Guión, edición y actuaciones contribuyen decisivamente a un
resultado final totalmente satisfactorio, uno que enlaza la pasión
cinematográfica con el juicio de la crónica humana, cuya objetividad será
siempre parcial; es precisamente la admirable admisión de esta eventualidad el
triunfo espiritual de una virtuosa labor formal que ningún aficionado debería
perderse.