martes, 10 de diciembre de 2013

Arráncame la vida (2008)

El mayor y la menor: "Andrés" y "Catín", protagonistas del drama de la Historia

Lejos del melodrama fácil y trivial que su título de bolero de Agustín Lara podría sugerir, la adaptación del clásico de Ángeles Mastretta que nos ocupa es una sólida producción de época, con notables interpretaciones (el admirable Daniel Giménez Cacho y la sorprendente Ana Claudia Talancón) y la fotografía a cargo del maestro Javier Aguirresarobe. Tales virtudes no obstante, la épica trama de violenta corrupción política y turbia maduración personal ambientada durante los cacicazgos posteriores a la Revolución Mexicana adolece de una cierta irregularidad dramática (ese inestable, folletinesco idilio con el director de orquesta) y, en general, de un academicismo (a veces aun torpe: véase los iniciales encuentros repetitivos de Giménez Cacho y Talancón al amparo de un umbral idéntico en el mismo lado izquierdo del encuadre, una estéril simetría) que resta vuelo al conjunto (por debajo de las 2 horas de metraje). Por lo demás, la narrativa que se despliega desde la mirada íntima de la feminista heroína de Mastretta --una niña-mujer que en su rebeldía evoca la poesía de Pina Pellicer y la empatía de García Márquez, y hasta la influencia de Scarlett O'Hara-- se sigue con intriga y fruición. (Isela Vega es la gitana que decide su destino sexual, primero, y años después, sin proponérselo, su negra viudez.)

     

lunes, 18 de noviembre de 2013

El vampiro (1957)

Ariadna Welter y Guillermo Álvarez Bianchi

Esta popular incursión del actor y productor Abel Salazar causó una cierta revolución en el género de horror aun más allá de las fronteras mexicanas; de hecho, el titular (y contenidamente rijoso) Germán Robles puede haber sido el primer chupasangre colmilludo de la historia del cine --sí, antes que el mismísimo Christopher Lee, al parecer--; pero, desde su estreno hasta estas fechas, la más o menos maquillada y disfrazada versión de Dracula que estamos comentando no ha dejado de envejecer, apergaminando sus fotogramas sobre la torpeza (definitiva) de una concepción/ejecución no exenta de instantes potencialmente inquietantes. Aparte algún que otro susto innegablemente efectivo, la peripecia gótica de una caperucita redundantemente virginal (Welter, la beata novia virgen de Archibaldo de la Cruz) de visita en la ya asolada propiedad de su anciana tía ofrece la disyuntiva de un par de lobos (el donjuanesco Salazar siendo el real, que el Conde se esconde en el bosque de la doncella), la cruel belleza de una fantasmal Carmen Montejo en lascivia enlutada, y un sentido del humor y una sensación de intriga gratos mientras duran... y si el espectador se apresta a vadear el tópico y el ridículo en pos de un encanto más secreto que discreto.

    

domingo, 15 de septiembre de 2013

Election (1999)

Tracy Flick Can't Lose

Probablemente todavía la mejor película de Alexander Payne, Election es (por supuesto) una de las mejores cintas realizadas dentro de cualquier género en los renovadores 1990s. Comedia puntillosa sobre la inexorabilidad del destino --o de, más bien, una mala suerte de tragedia griega--, el retrato que traza de todo un paisaje moral y social en el Oeste Medio americano --a través de diversos puntos de vista narrativos y un color local vuelto universal-- gira alrededor de una secundaria, su profesor estrella (brillante Matthew Broderick) y la plaga de éste, el arquetipo encarnado de todas las niñas estudiosas-y-arribistas habidas y por haber: la insoportable y encantadora a partes iguales Tracy Flick (brillantísima Reese Witherspoon), cuya rica complejidad abraza en la misma medida la soledad del éxito y las recompensas de la ambición. Como un Edipo renuente, el personaje de Broderick verá cómo su felicidad personal y profesional se desvanece progresivamente al casual contacto con la pequeña y extrañamente admirable arpía, en esta celebrada producción de la MTV que nadie debería dejar de revisitar.

jueves, 22 de agosto de 2013

Películas para no dormir: Regreso a Moira (TV) (2006)

Competentes actores para un producto que se queda en promesa

La imaginación de Mateo Gil, artífice de las primeras tramas macabras de Alejandro Amenábar y director de aquella estimable opera prima que fue Nadie conoce a nadie (1999), se pone al servicio de una película televisiva (episodio de un a su vez frustrado esfuerzo de revivir las míticas Historias para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador) que no satisface plenamente el potencial de su premisa, y, no obstante, demuestra el buen oficio de su creador para el género, incluyendo momentos de cierta belleza. Un amor imposible como tantos (protagonizado por los perfectamente elegidos Juan José Ballesta y Natalia Millán, esta última especialmente a la altura de sus requerimientos dramáticos) define el conflicto central de una historia de brujas con apuntes surrealistas que, es de lamentar, los recursos técnicos y las decisiones plásticas del caso terminan evitando llegue a mejor puerto. De todos modos, se trata de una pieza de horror bastante decente en su modestia y brevedad, sin llegar a ser una obra lograda ni mucho menos.

sábado, 10 de agosto de 2013

Rich and Strange (1931)


Hitchcock lleva a cabo su sexta incursión en el sonoro, durante su etapa británica, con esta cinta de título shakespeareano: una pareja de pequeño-burgueses heredan repentinamente todo el dinero que necesitan para abandonar las frustraciones diarias de la jornada laboral y la vida sedentaria, y se embarcan --literalmente-- en unas privilegiadas vacaciones alrededor del mundo. Ella, habituada a la sumisión y empequeñecida por su marido, descubrirá su verdadera fuerza interior y el verdadero amor (o el romántico, al menos); él, inevitablemente antipático (y cobarde en el fondo), caerá en la telaraña de una exótica --morena-- femme fatale, quien demasiado fácilmente le revelará (a él, a su esposa y a todos) what a fool he is. Comedia dramática y ligera, cómica y grave, acertadamente escrita por Alma Reville; acaso sirve para conocer, como en un antiguo negativo fotográfico rescatado de un naufragio, otra faceta de la actitud personal ante la dinámica entre los sexos del genio inglés.

viernes, 26 de julio de 2013

Les pel·lícules del meu pare (2007)


Protagonizado por la sensual Karme Málaga, este sorprendente ejercicio metalingüístico resulta muy interesante, sobre todo cuando se halla en el centro de una virtual autobiografía ficticia post-mortem, a través de la cual Augusto M. Torres reconstruye una estética propia a la vez que se reafirma en su libertario aliento. Filmada entre el documental y el melodrama erótico, la película es un laxo juego de simetría dialéctica, cuyo exquisito diseño (no exento de puntuales errores o desencuentros que no podemos dejar de lamentar) sirve además para un comentario sobre la necesaria conservación de la herencia cinematográfica de la península --por si fuera poco. Se trata, en suma, de un título cuya inquietante poética, unas veces a lo Lewis Carroll y otras a lo Nabokov, se desliza demasiado infrecuentemente entre la inteligencia empañada de unos fotogramas que no terminan de encontrar su verdadero destino, pero que en su mejor momento --la técnica especular, los diversos materiales de archivo, la abstracción misteriosa y eterna-- bastan para reconfigurar la filosofía del productor de la legendaria Arrebato (1980) y su imaginería de sensacionalismo latente pero legítima (y ocasionalmente fascinante) sensibilidad plástica.

domingo, 7 de julio de 2013

Gun Fury (1953)


Ésta, probablemente una de las más entretenidas y satisfactorias historias del Oeste dirigidas por Raoul Walsh, fue también una de las producciones que consolidaron la reputación de Rock Hudson como un actor confiable, de respetable (si debatible, al menos todavía entonces) registro. Aquí como luego en Giant (1956), la épica que supuso su consagración definitiva absoluta, desarrolla, aunque con trazos muchísimo más gruesos, el papel de un joven y muy próspero ranchero, pero con las tendencias pacifistas de Gregory Peck en The Big Country (1958); hacia el final de la cinta, su perfil se complicará y lo emparentará con los antihéroes del género encarnados por un crepuscular Jimmy Stewart en tantas colaboraciones con Anthony Mann. Pronto a contraer matrimonio con Donna Reed, caen ambos en las garras de Frank Slayton, un cuatrero supuestamente más infame que Jesse James o Billy the Kid. La incesante acción de esta auténtica (empero ajustada) pieza moral y psicológica es fotografiada por Walsh en un estilo directo que extrae la poesía inherente al western, y el guión escrito a cuatro manos remarca la excelencia de tal pureza y simplicidad. Observen el sumamente plausible subtexto homoerótico entre el traicionero Phil Carey (Slayton) y su lugarteniente Leo Gordon, y a Lee Marvin, por aquellos días brillantísimo secundario, en otro perfecto desempeño de zafio heavy.

   

sábado, 25 de mayo de 2013

The Strange Woman (1946)


Esta película gótica fue dirigida por Edgar G. Ulmer, uno de los mejores realizadores de cine B de Hollywood, con su estilo característico, una combinación romántica de atmósferas malsanas y expresionistas pinceladas que perfilaron títulos tan importantes como Detour (1945) o aparentemente absurdos como The Man from Planet X (1951). Y en el caso que nos ocupa, los resultados son igualmente singulares. Como la mala mujer de la historia --el título es un eufemismo paradójicamente verbalizado en una flamígera prédica condenatoria--, Hedy Lamarr es un arquetipo de carne y hueso (hasta el tuétano) en propio blanco y negro: su perfidia brota de cada uno de sus movimientos, ajando y desfigurando una belleza estática que no engaña al espectador atento a tantas malas vibraciones. La acción transcurre a inicios del XIX en un pequeño puerto de Nueva Inglaterra, y la esquizofrenia social de esta víbora transparente y, siempre fiel al tipo, estéril, es el menor indicio de la humanidad que tiñe no sólo su conducta, sino también el carácter de sus víctimas (entre ellas un patético Louis Hayward y un jovencísimo y moral George Sanders, casi irreconocible sin sus apostillas wildescas a flor de labios). Se trata de otra valiosa contribución de Ulmer al film noir --un noir de época como Rebecca--, y de una femme fatale si no precisamente hermosa sí bastante interesante según los términos que hemos señalado.

miércoles, 8 de mayo de 2013

The Bad Mother’s Handbook (TV 2007)

Holly Grainger y Rob Pattinson

Este film de la televisión británica adapta un supuesto best-seller internacional en una comedia feminista, con la adopción, el aborto y tres generaciones de mujeres (la “mala” madre del título, pero también su adolescente hija y la senil abuela de ésta) entre sus asuntos primordiales. Alguna cumplida actuación (ninguna de Robert Pattinson, por cierto, ya casi en el umbral del megaestrellato gracias a Stephenie Meyer y Catherine Hardwicke), un guión bienintencionado (y ocasionalmente decente) y la bastante pueril dirección (que, no obstante, consigue momentos de humor y de gravedad dramática), caracterizan a una producción un tanto desconcertante en su banalidad formal.

  

jueves, 11 de abril de 2013

Nancy Drew, Reporter (1939)

 Bonita Granville es Nancy Drew

Este episodio de una de las series juveniles con mejor acogida entre las audiencias infantiles de la preguerra, relata la incursión de nuestra pequeña heroína detective en el ámbito del periodismo. Y no nos referimos a cualquier caso, tratándose de la inquieta y despierta Nancy, modelo de la niña americana asertiva y, finalmente, independiente. El asesinato por envenenamiento de una millonaria anciana es la comidilla local, cuando un grupo de escolares tiene la oportunidad de hacer sus pinitos e incluso ganar un premio como reporteros; por supuesto, la única investigación ajena a la pedestre y mínima cotidianidad es aquélla, y Nancy se las ingenia para conseguirla como asignación. Un típico (y obvio) gangster, boxeador con ese rostro único tan apreciado en el cine del género --y por la casa, Warner--, y su frívola y veleidosa moll, serán algunos de los más o menos inteligentes obstáculos en la misión de salvar a la chica inocente acusada del crimen. La encantadora Bonita Granville “inmortalizó” el personaje creado por el editor Edward Stratemeyer, y este ingenuo y divertido “policial” es una ejemplar muestra.

martes, 2 de abril de 2013

50/50 (2011)


Un asunto tan delicado como el cáncer bordea habilidosamente lo políticamente incorrecto en esta comedia donde un muchacho (el admirable Joseph Gordon-Levitt) tendrá que enfrentarlo con la mejor actitud posible. A su lado, su mejor amigo (desternillante Seth Rogen) y su familia, incluyendo a su sobreprotectora madre (Anjelica Huston) y su perro Skeletor. La bella novia que termina flaqueando y engañándolo (Bryce Dallas Howard, precisa, preciosa y perfecta en su rol, si es políticamente correcto declararlo), y una jovencísima terapeuta (Anna Kendrick) integran el historial accidentadamente idílico de Adam Lerner, un paciente al borde del precipicio que renacerá y aprenderá a vivir bien.

jueves, 21 de marzo de 2013

Batman: Year One (2011)


En esta producción animada basada en la revolucionaria novela gráfica de Frank Miller --una de las fuentes de inspiración en que bebió Christopher Nolan para su versión del Caballero de la Noche--, un estilo de narración casi documental es combinado con las posibilidades sobrehumanas de los límites gráficos, y el resultado salta a la vista --con brincos de Superman: el Comisionado Gordon llega a Gotham debido a problemas con Asuntos Internos, mientras que el multimillonario playboy Bruce Wayne (o Bruno Díaz, como lo conocimos en Latinoamérica) retorna al escenario de sus pesadillas, a la ciudad donde sus padres fueron víctimas de una absurda tragedia que todavía está por cambiar su vida. El notable reparto incluye a Eliza Dushku en sensual Gatúbela, parte Eartha Kitt, anticipo de Anne Hathaway; y especialmente a Bryan Cranston, brillante en la reciente Argo, como Gordon, un honesto policía que es, antes que nada, un ser humano con problemas y debilidades como los demás, todos sus espectadores de carne y hueso.

jueves, 7 de marzo de 2013

Beasts of the Southern Wild (2012)


Esta película del pasado año se adivina como uno de esos clásicos de un futuro no muy lejano, rescatados a la vanidad del tiempo. Lírica y de belleza diamantina, este relato de un grupo de habitantes de la zona más pobre del sur americano que ahora tienen que enfrentar un desastre natural catastrófico, es atravesado por la perspectiva conmovedora, fantástica de una pequeña niña felizmente llamada Hushpuppy, huérfana de madre y endurecida por y frente a la vida (cuya inclemencia no ha logrado matar, sin embargo, la honda capacidad afectiva y la poderosísima imaginación infantil, sino todo lo contrario). La especialmente brillante interpretación de una tierna Quvenzhané Wallis y las excelencias del admirable guión son sólo dos de los factores que convierten a Beasts of the Southern Wild en la sencilla, pura y prodigiosamente abigarrada obra que es, una real odisea de amor paterno-filial con los roles final e inexorablemente invertidos, una historia de supervivencia con alcances manifiestamente cósmicos, un atónito e inefable canto a la gloria de Dios en la tierra.

lunes, 25 de febrero de 2013

Argo (2012)

Ben Affleck (Tony Mendez) y el estupendo Bryan Cranston

Dignísima (y flamante) ganadora del Premio de la Academia a la Mejor Película, esta producción de George Clooney es dirigida por Ben Affleck con talento incuestionable (no obstante, sin oportuno reconocimiento): inspirada en una historia real --el rescate imposible de seis diplomáticos americanos en el Irán de 1980 (la misma postal de pesadilla que Alan Parker inmortalizó en Midnight Express) a través de la farsa de un proyecto fílmico-- que parece inventada para el Hollywood más progresista, se trata de una experiencia audiovisual que llena el intelecto sin entorpecer su enérgico ritmo narrativo y sorprende igualmente las emociones primitivas como las elevadas, una cinta que examina los distintos puntos de vista morales con logrado equilibrio y remata el despliegue de un suspense maravillosamente insoportable con la conmoción psicológica necesaria e imprevista, evidencia de su rendido espectador. Guión, edición y actuaciones contribuyen decisivamente a un resultado final totalmente satisfactorio, uno que enlaza la pasión cinematográfica con el juicio de la crónica humana, cuya objetividad será siempre parcial; es precisamente la admirable admisión de esta eventualidad el triunfo espiritual de una virtuosa labor formal que ningún aficionado debería perderse.

domingo, 10 de febrero de 2013

Twilight Zone: The Movie (1983)


El largo cinematográfico en el cual cuatro “renombrados” realizadores rendían homenaje a una serie que revolucionó la ficción televisiva hacia fines de los cincuentas, irónicamente debe de ver mitigada la impresión de blandura o de material demasiado suave, demasiado pobre para su expansión en las pantallas grandes de los primeros ochentas, dentro del contexto mucho más adecuado de sus transmisiones de televisión y de su edición en video digital siempre para consumo casero --esto es, desde hace veinte años más o menos. El mejor o menos torpe episodio de este producto casi indigno de sus autores (indigno de Spielberg, anyway) continúa siendo el dirigido por George Miller con el protagonismo de John Lithgow; su trama hace, por supuesto, que tal sempiterno y unánime veredicto sea inmediatamente comprensible: un escritor de libros científicos, no muy simpatizante de los viajes en avión, cree ver a una especie de monstruo o demonio en el acto mismo de atacar uno de los motores durante el vuelo nocturno que, así, se convierte en su pesadilla mortal. El resto del metraje justifica absolutamente menos, si cabe, la violenta y trágica desaparición de Vic Morrow y dos niños en el set de la historia inicial, dirigida por John Landis: una mediocre puesta en escena (alrededor de un racista contumaz bien representado por el Artie West de Blackboard Jungle) que anticipa el decepcionante episodio siguiente, donde el artífice de Jaws y E.T. resultaría irreconocible de no ser por el asunto infantil en cuestión. Para cuando llegamos a la algo inquietante, aunque para nada lo bastante inquietante, obrita de Joe Dante, es ya muy tarde para rescatar sino únicamente la decente tormenta aérea del final.

 

martes, 5 de febrero de 2013

Twixt (2011)


Sería bueno mencionar con más frecuencia que el director de The Godfather es un autor bastante interesante en el género de horror. Ya a principios de los sesentas, su Dementia 13 revelaba una voluntad de originalidad y un instinto revitalizador. No sería casualidad que, en los noventas, Bram Stoker’s Dracula (que bien, y más fielmente, podría haberse intitulado Francis Coppola’s Dracula) supusiese el bautismo de sangre fresca requerido por un medio que avanzaba a pasos cada vez más frenéticos --técnicamente, si hemos de ser precisos. No será, entonces, difícil de entender por qué esta pequeña pieza de su producción (que, después del presupuesto de Dracula, se inscribe en la línea más modesta de Dementia) es una obra sumamente personal.

Intentando exorcizar ciertos demonios de su biografía --para ser exactos: su sentimiento de culpa debido a la trágica muerte de uno de sus hijos en un accidente náutico--, Coppola recurre a su genio narrativo para confeccionar un poema visual que rinde todo el homenaje a Poe ausente en la (nunca más inoportunamente) ordinaria (y mal llamada) The Raven. En su fase de Elvis gordo (o quizá el Morrison de L.A. Woman le sea una imagen menos vanidosa), Val Kilmer es un alter ego acaso demasiado reminiscente de Brando. En otra sensible actuación, Kilmer protagoniza un relato básicamente gótico, abierto por el realizador en un experimento estilístico apreciablemente exitoso. La fascinante Elle Fanning es una versión rubia de Virginia Clemm, la niña-mujer de pelo negro cuervo, labios rojo sangre y piel blanca nieve; su historia combina, además, los tormentos de la Casa Usher con los de Fortunato el emparedado.

jueves, 24 de enero de 2013

Quantum of Solace (2008)

Olga Kurylenko y Daniel Craig en Bregenz, Austria

Daniel Craig es un soberbio y singular 007, y en la continuación de su físicamente invencible pero trágicamente vulnerable versión creada en la renovadora Casino Royale, su sed de venganza y demás secuelas emocionales amenazan seriamente con sabotear la nueva misión del servicio de inteligencia británico. Lo acompaña la hermosa Olga Kurylenko, como la agente a su vez tras los pasos de un dictador latinoamericano en tratos con un criminal francés de cuidado. Marc Forster dirige una sofisticada pieza del cine de acción, virulenta y trepidante, muy satisfactoria como film de James Bond, todo un género en sí mismo.

domingo, 13 de enero de 2013

Taps (1981)


Esta película dirigida por Harold Becker, el realizador de la seductora Sea of Love (1989), es inolvidable por bastantes razones. Primero, se trata de un relato dominado por la inteligencia y la tensión, ambas de naturaleza moral y narrativa. Segundo, la atmósfera de una escuela militar forzada a declarar estado de sitio dentro de sus propios límites y de parte de sus propios cadetes, debido a su inminente cierre por motivos en absoluto respetuosos de lo que tal recinto significa como institución, es descrita con la eficacia que Becker demuestra aun en sus peores trabajos (v.g. Malice), enlazando su contenido con los diversos referentes de la literatura y del mismo cine que han dado cuenta de la vida militar al interior de colegios o bases (toda una tradición que va desde la imprescindible, y oscarizada, adaptación de la novela From Here to Eternity de James Jones hasta una obra maestra de este género como es La ciudad y los perros). Tercero, la extraordinaria situación de emergencia ilustrada con aquel sentido del drama y del espectáculo nunca se desborda, sino que en el introspectivo tono de verosimilitud desplegado las explosiones o picos de la trama asumen un mayor impacto a causa de la contención estilística --plena de emoción humanista-- que Becker imprime a un material que hubiera sido tan fácil de estropear con los golpes bajos del sensacionalismo. Finalmente, pero no en último orden de importancia, la sobresaliente dirección de actores logra un tapiz del que acaso sería injusto destacar a nadie, si no fuera porque algunos de los mejores intérpretes cinematográficos de su generación tuvieron aquí una oportunidad espléndidamente aprovechada: Timothy Hutton acababa de ganar el Oscar por Ordinary People (1980), una labor apasionante que encuentra digno reflejo en su rol de comandante de la desesperada revuelta; Sean Penn, a punto de ganar popularidad entre los jóvenes americanos a través de su excepcional rol cómico en Fast Times at Ridgemont High, debuta como uno de los personajes más sobrios de esta escuela militar y de su personal filmografía, posteriormente una exploración de caracteres que (para no salir del ejército) como su infernal soldado en Casualties of War (1989) no han sido precisamente dechados de equilibrio ético; y Tom Cruise, acaso la estrella por antonomasia de la década que se estaba iniciando, como el psicótico boina roja que sellará la tragedia, a su vez tampoco un ejemplo nada emblemático (hasta su brillantísimo Lestat, pregúntenle a Anne Rice) de la carrera más bien aparentemente ejemplar de un golden boy a quien al menos las taquillas se rindieron durante veinte años de consistente pleitesía.